El aguará guazú: un cánido especial de las orejas a los pies
El cánido más grande de Suramérica vive en el corazón del subcontinente, principalmente en el Cerrado, un ecosistema de sabana tropical que ocupa 22% de la superficie de Brasil y que se extiende hacia Bolivia, Paraguay y el norte de Argentina. El Cerrado es la sabana tropical con mayor biodiversidad del planeta y alberga más del 5% de las especies de flora y fauna descritas. Con todo, su enorme biodiversidad se ve opacada por la de sus vecinos, la Amazonía al norte y el Gran Chaco, al sur. Sin embargo, en el Cerrado vive el que, para muchas personas, es el cánido más singular del planeta.
El aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), como se le conoce en lengua guaraní, o lobo de crin, como le bautizaron los colonizadores europeos, es un animal muy particular. Su nombre científico significa “lobo dorado de cola corta”, y el nombre guaraní significa “zorro grande”. Estos nombres reflejan, en cierta medida, lo paradójico de su apariencia. Morfológicamente, sus enormes orejas se asemejan a las del fenec o zorro del desierto (Vulpes zerda), sus patas largas y estilizadas y su andar recuerdan al ciervo, y el pelaje de su cuello y hombros parece una crin o melena digna de un equino o un león jóven. Su vocalización no es menos singular: un ladrido ronco que se repite rítmicamente, en especial en la época de apareamiento. No obstante, el aguará guazú no es un perro, ni un zorro, ni un lobo, mucho menos un caballo, un león o un ciervo. Todo en él es tan especial que se creó un género taxonómico únicamente para él, Chrysocyon.
A su peculiar morfología se añade una dieta singular. A pesar de ser un carnívoro (Orden Carnivora, Familia Canidae) que consume principalmente artrópodos y vertebrados pequeños, las frutas y otros vegetales representan casi 50% de su alimentación. De hecho, la “fruta del lobo” (Solanum lycocarpum) es su alimento preferido, y la preservación de esta planta es fundamental para la conservación del lobo de crin. Pero esto no es todo, a diferencia de muchos cánidos, y en especial de los lobos verdaderos (Canis lupus), el lobo de crin es monógamo y solitario, en lo que se parece más a los zorros. El macho y la hembra solo se emparejan durante la época reproductiva.
Sus hábitos crepusculares y nocturnos hacen difícil observarlos. Sin embargo, su ritmo de actividad puede variar con la temperatura y la época del año. En la época seca, el lobo de crin limita su actividad a la noche, siempre que la temperatura no sea inferior a los 5°C, en cuyo caso puede salir durante la tarde. En la época de lluvia su ritmo es más flexible, y después de lluvias prolongadas e intensas puede estar activo incluso en pleno mediodía.
Impacto de la actividad humana
El Cerrado y la Amazonía están sometidos a intervención humana intensa desde hace varias décadas. Por una parte, tenemos la deforestación de la Amazonía para convertirla en zonas agrícolas y ganaderas, y por el otro la sustitución del ecosistema del Cerrado por cultivos como la soja, el girasol y las frutas. En los últimos años, se ha observado al lobo de crin en áreas del arco Amazónico de deforestación y en las áreas deforestadas del bosque Atlántico al sureste de Brasil. A primera vista estos hallazgos sugieren una expansión del área de distribución del lobo de crin como resultado de la acción humana, pero los registros son dispersos y no es posible evaluar la estabilidad de las poblaciones en estas nuevas áreas. Algunas investigaciones indican que más del 70% del área de distribución estimada del lobo de crin no es adecuada para albergar poblaciones estables y que la probabilidad de encontrar ejemplares en ellas es muy baja (menor que 25%). El que los lobos estén en zonas deforestadas no significa que habiten permanente allí.
La alteración del ecosistema del Cerrado es un muy preocupante por tratarse del hábitat principal de la especie. En la región de Baja Mogiana, en el Cerrado Brasileño, la vegetación autóctona se ha eliminado para sembrar naranjas, principalmente. Estas plantaciones dependen en gran medida de prácticas agrícolas nocivas para el ambiente. Los pesticidas, indispensables para mantener la productividad, se rocían desde avionetas y afectan también a las áreas circundantes. Pero además, por sorprendente que parezca, en 2009, se autorizó en el Cerrado brasileño un índice de deforestación que casi triplica el permitido para la Amazonía: 0,32% respecto a 0,14%. También es relevante que solo 2% del Cerrado brasileño está protegido en parques y reservas naturales. De modo que la suerte del lobo de crin fuera de estas áreas y en las áreas de amortiguación (transiciones entre áreas protegidas y perturbadas), junto con su plasticidad ecológica serán determinantes en su futuro. Lamentablemente, se ha avanzado poco en la creación de áreas de amortiguación naturales en Brasil, y algunas legislaciones locales han dado al traste con los planes de restauración de zonas deforestadas ilegalmente hace más de 10 años.
En general, la pérdida y la alteración del hábitat es la principal amenaza para la conservación de esta especie tan singular. No obstante, también es cazado ilegalmente debido al daño, no certificado, sobre el ganado, y ocasional sobre aves de corral. Numerosos estudios sobre la dieta del lobo de crin indican que los huesos de pollo se encuentran en menos del 1% de las heces colectadas. Por el contrario, lejos de ser una amenaza, por sus hábitos alimentarios el lobo de crin permite controlar las poblaciones de roedores y artrópodos que afectan a los cultivos agrícolas; pero además, por sus hábitos frugívoros es un dispersor de las semillas. Lamentablemente, se sospecha que en algunas áreas la cacería ya tiene un efecto negativo sobre el tamaño de las poblaciones. Y cada vez es más frecuente encontrar lobos muertos por cazadores ilegales o exhibidos como trofeo. La caza del lobo de crin está prohibida en toda su área de distribución.
Los atropellos en carreteras y las muertes por perros se suman a la lista de amenazas más importantes. En Argentina, también se la documentado el tráfico ilegal de lobos jóvenes y cachorros destinados a zoológicos privados y a coleccionistas, aunque el comercio ilegal todavía no representa una amenaza para la especie.
El lobo de crin también es víctima de la estigmatización cultural heredada de los colonos portugueses que lo asociaron al lobo europeo. Solo por su aspecto fue perseguido en gran parte de su distribución sin motivo real. Los aborígenes convivían con el aguará guazú, pero lo cazaban para utilizar diversas partes de su cuerpo en la medicina tradicional y con fines esotéricos. Esta práctica todavía se conserva y puede ser la causa de ciertos niveles de cacería ilegal para este mercado a nivel local. Aunque el comercio internacional no se ha documentado para la especie, de haberlo, podría sumarse a las amenazas para su conservación, por lo que se ha incluido en el Apéndice II de CITES.
La interacción directa con las personas en zonas rurales coloca al lobo de crin en un riesgo potencial por la transmisión de enfermedades infecciosas desde los animales domésticos, especialmente de los perros. El coronavirus canino (Neospora caninum), el adenovirus canino (Dirofilaria immitis), el toxoplasma (Toxoplasma gondii) y la bacteria causante de la leptospirosis (Leptospira interrogans) son algunos de los agentes infecciosos con mayor seroprevalencia en los perros domésticos en el área de distribución del lobo de crin. Los perros con frecuencia se acercan al lobo de crin y lo atacan en grupo.
Perspectivas de conservación
Un elemento que hace difícil prever el efecto de estas amenazas sobre la conservación del aguará guazú es la escasez de información fiable sobre el estado de las poblaciones, y la ausencia de planes de seguimiento poblacional. Las estimaciones disponibles indican unos 23.600 animales en toda el área distribución (91% de ellos en Brasil), aunque algunas fuentes indican unos 17.000. En general, la densidad poblacional es baja, entre 0,01 y 0,05 individuos/km2, incluso en las áreas protegidas. Esto se debe, en parte, a que es un cánido solitario que no forma manadas, y al tamaño de sus territorios, entre 7,5 y 130 km2. Con la información poblacional disponible, y a las tasas actuales de pérdida de hábitat, los modelos de viabilidad poblacional sugieren una disminución de 56% de la población en los próximos 100 años. Por todo lo anterior, la UICN ha catalogado al aguará guazú como Casi Amenazado (NT), aunque en Argentina se le considera Amenazado (EN) y en Brasil Vulnerable (VU), pero, paradójicamente, Brasil ha hecho poco para frenar la explotación del Cerrado que amenaza a la especie.
El lobo de crin cuenta con un Plan de Acción Internacional que aborda las principales amenazas a su preservación, la educación ambiental y la conservación ex situ. Sin embargo, en la práctica, falta coordinación en las escasas acciones que se han implementado.
A nivel continental se ha creado el Grupo de Trabajo del Lobo de Crin bajo la coordinación del Grupo de Especialistas en Canidos de la UICN, y en Argentina se fundó el Grupo Argentino Aguará Guazú (GAAG) que se encarga de desarrollar, gestionar y monitorizar el Plan de Acción para el Lobo de Crin.
El lobo de crin se encuentra en varias áreas protegidas en Brasil, Bolivia, Paraguay, Perú y Argentina, y algunas de ellas se desarrollan planes de seguimiento y recuperación. Algunas acciones en áreas protegidas están dando frutos; por ejemplo, la Fundación Rewilding Argentina mantiene un programa de seguimiento del aguará guazú en el Parque Nacional Iberá (Argentina). Allí se encuentran los primeros 4 individuos, dos hembras y dos machos, seguidos con radio collares en Argentina. En agosto de 2021 se pudo observar a una de las hembras con 3 cachorros. Sin la ayuda de estos dispositivos es prácticamente imposible observar las crías. Durante los primeros meses de vida, las crías se esconden en unos túneles vegetales que construyen los padres al doblar los pastos. Este esfuerzo pionero es una inspiración para futuros proyectos en otras localidades.
Un cambio necesario
El aguará guazú es un cánido totalmente inofensivo para el ser humano y que de hecho se mantiene lejos de las personas. La fama de cazador de ganado es infundada porque es un animal solitario, especializado en presas pequeñas que se mueven sobre el suelo, y que captura avistándolas desde arriba, a la usanza de los zorros. Su altura y su hocico delgado están especializados en este tipo de presa. Con planes de educación ambiental apropiados se puede cambiar la percepción que las personas tienen de este cánido excepcional.
Adicionalmente, conservar el Cerrado deber ser una prioridad en la región. Si el Cerrado se protege se salvarán miles de especies que habitan en él: más de 200 especies de mamíferos, 860 especies de aves, 180 especies de reptiles, 150 especies de anfibios, 1200 especies de peces, varios de miles de especies de artrópodos y 11.000 especies de plantas, 50% de ellas endémicas. Entre los mamíferos emblemáticos del Cerrado, el lobo de crin es acompañado por el oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla) y los armadillos (Dasypodidae). El Cerrado es también una fuente de agua para la región: seis de las 12 regiones hidrológicas de Brasil nacen en el Cerrado, incluido el humedal más grande del planeta, el Pantanal.
Mantener la diversidad cultural del Cerrado es fundamental para su conservación: la tasa de deforestación en los territorios indígenas es cinco veces menor que la de las áreas protegidas. Pero, conservar el Cerrado no necesariamente significa dejar de aprovecharlo. Por ejemplo, si se implementan prácticas agrícolas más eficientes y sostenibles en las tierras que ya están en uso se puede detener la deforestación. Si se mejora el manejo de los pastos y de los rebaños se pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sin comprometer la rentabilidad, a la vez que se conserva el ecosistema nativo. En resumen, muchas acciones positivas son posibles cuando el ser humano se las propone.
Autora: Zaida Tárano Miranda (Colaboradora Provita Internacional).
Créditos fotos:
Lobo de crin: Rafael Aubin en Rewilding Argentina
Lobo de crin: Ferrarezi Jr. en Wikimedia Commons
Árboles del Cerrado en el Parque Nacional de la Sierra de Canastra (Minas Gerais, Brasil): Hudson Pontes da Silva en Wikimedia Commons