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El tráfico ilegal de fauna en peligro de extinción: mamíferos


El tráfico ilegal de especies mueve entre 10.000 y 20.000 millones de dólares al año, pero la cifra exacta es difícil de estimar. Solamente el comercio ilegal de fauna y flora desde Suramérica, una la de las regiones más biodiversas del planeta, genera ganancias superiores a 1.000 millones de dólares. Mientras que el tráfico del marfil de los elefantes, el cuerno del rinoceronte y el tigre está en la cúspide del negocio en África y Asia.


El tráfico de especies silvestre es el tercer negocio ilegal más lucrativo del planeta. Anualmente mueren millones de animales a manos de cazadores furtivos para satisfacer este comercio. En volumen, el tráfico de especies es equiparable al tráfico de drogas y armas. El negocio se mueve por mafias internacionales muy poderosas que muchas veces se vinculan también al tráfico de drogas y de armas. No es una actividad fácil de controlar y mucho menos de erradicar.


Según cifras de WWF (World Wildlife Foundation) las mafias de especies mueven más de 100 millones de toneladas de peces, 1,5 millones de aves y 400.000 toneladas de plantas. Los mayores mercados para la fauna y la flora silvestre están en Asia (80% del mercado mundial), en su mayoría en China, principalmente con fines culinarios y medicinales. Una situación insólita cuando pensamos que, si bien muchos principios activos medicinales proceden de plantas y animales, las medicinas comerciales se producen con versiones sintéticas de esos compuestos. Parece un anacronismo seguir sacrificando cantidades ingentes de especies silvestres, muchas en peligro de extinción, para producir supuestas medicinas.


Un negocio en constante actualización


Todas las fases del comercio se han sofisticado con el tiempo. No pensemos que los cazadores furtivos van caminando por las selvas o las praderas con sus escopetas, poniendo en riesgo su vida, aunque muchos lo hacen. La caza furtiva forma parte de redes criminales muy bien financiadas que operan con alta tecnología. En los ecosistemas abiertos, los furtivos acechan y persiguen a sus víctimas desde helicópteros, con armas provistas con miras telescópicas y visión nocturna. No hay escondite posible para los animales que son perseguidos de esta manera.


Además, los traficantes se adaptan muy fácilmente a las restricciones, las regulaciones y las medidas de contención para limitar el comercio ilegal y reducir los beneficios. Como la severidad de los controles varía entre países, las redes criminales se mueven hacia aquellos donde son más fáciles de evadir. Este es el caso de los traficantes de escamas de pangolín que almacenan sus piezas en la República Democrática del Congo donde perciben una capacidad de intervención menor que en otros países de la región. Los traficantes también cambian de una especie a otra según se incrementan las restricciones y la vigilancia, o según disminuyen las poblaciones de las especies preferidas. Tal es el caso del salto en el comercio ilegal del tigre y el jaguar al león, o de los pangolines asiáticos a los pangolines africanos.


Se tiende a pensar que el traficante y el cazador furtivo son los únicos criminales en el comercio ilegal, pero los consumidores de estas especies son parte de la cadena. Sin compradores no hay negocio, es una ley universal. Pero el tráfico ilegal también ha cambiado sus sistemas de oferta y demanda, y ahora negocia online, y a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería. No importa que las redes adviertan a los usuarios sobre la ilegalidad de esas acciones, el mercado negro se sigue moviendo a través de ellas.


Luchar contra el tráfico de especies


En 1973 se firma la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), de la que hoy son signatarias más de 150 naciones. El objetivo de la CITES es promover la cooperación internacional para la protección de determinadas especies de fauna y flora silvestres contra su explotación excesiva mediante el comercio internacional. Hoy en día, la CITES regula el comercio de más de 36.000 especies de animales y plantas silvestres, muchas de ellas en peligro de extinción.


Sin embargo, los esfuerzos han sido insuficientes y parcialmente ineficaces para controlar el comercio de especies. Las sanciones al comercio ilegal son relativamente suaves si se las compara con las que se aplican a otras actividades ilegales; las multas son irrisorias en comparación con los beneficios. En resumen, el comercio ilegal evade las normas de CITES e incumple las normas nacionales con flagrancia.


Siete mamíferos a la cabeza del tráfico ilegal


Los mamíferos representan 23% de los decomisos de especies de flora y fauna incluidas en los Apéndices de CITES, y los reptiles, 21%. Hasta 2018, los elefantes representaban 31% de los decomisos, los pangolines 14% y los rinocerontes 12%. Pero desde 2018, el peso relativo de rinocerontes y pangolines en el total de decomisos ha incrementado notablemente. Aunque los decomisos no reflejan bien la intensidad de la extracción de individuos silvestres, sí son buenos indicadores del nivel de la actividad comercial ilegal. El tigre, el elefante africano, el rinoceronte, el pangolín, el leopardo de las nieves, el gorila de montaña y el león, son los siete mamíferos en peligro de extinción más golpeados por el tráfico ilegal.


El tigre (Panthera tigris)



El felino más grande del mundo se encuentra Amenazado de extinción (EN); aunque tiene nueve subespecies descritas, tres de ellas ya han desaparecido: el tigre balinés, el del Caspio y el de Java. No existe acuerdo en cuanto al número de tigres que quedan en vida silvestre. Unas fuentes indican que quedarían 2.154 a 3.159 individuos. Tristemente, hoy hay más tigres en cautiverio (unos 12.000) que en las poblaciones silvestres, y se sospecha que una parte de estos ejemplares van al tráfico ilegal.


El tigre se encontraba ampliamente distribuido en Asia, desde Turquía hasta la costa este de Rusia, pero en los últimos 100 años ha desaparecido del suroeste y del centro de Asia, de dos islas de Indonesia y de vastas áreas del sureste y del este de Asia. En la actualidad los tigres solo ocupan el 6% de su área histórica y en 89% de esta área están sometidos a altos niveles de caza furtiva. Ya hemos perdido 97% de los tigres en estado natural en los últimos 100 años.


Se estima que los cazadores furtivos matan unos 100 tigres al año para comerciar ilegalmente en la propia Asia. La piel se utiliza para producir todo tipo de productos totalmente prescindibles o sustituibles por otros materiales como alfombras, abrigos, carteras, cinturones, zapatos y demás. Sus huesos se utilizan para producir todo tipo de medicinas milagrosas. Entre tantos mitos, en muchos países asiáticos se cree que los bigotes del tigre curan la malaria, sus testículos curan la tuberculosis de nódulos linfáticos, y el polvo de huesos y el vino de huesos curan la artritis y otras enfermedades inflamatorias, autoinmunes o degenerativas. Los colmillos y las garras son usados como amuletos y elementos decorativos. Además de sus supuestas propiedades curativas, el vino de huesos de tigre es un símbolo de estatus social en países asiáticos.


El elefante africano (Loxodonta africana y Loxodonta cyclotis)



Las dos especies africanas de elefante se encuentran en peligro de extinción. El elefante del bosque, Loxodonta cyclotis, está en Peligro Crítico (CR) y el elefante de sabana, Loxodonta africana, está Amenazado (EN). En los últimos 100 años, las poblaciones de ambas especies han mermado en casi toda su distribución. En otros tiempos se distribuía en toda África y actualmente se encuentra solo en 24 países. Se estimaba que las dos especies sumaban unos 415 mil individuos en 2016, pero ya se había establecido la pérdida de unos 110 mil ejemplares en los diez años previos. Para el elefante de la sabana se ha estimado una declinación de 30% en sus poblaciones desde 2006. Su distribución se está retrayendo y fragmentando, y las poblaciones ya han desaparecido en Burundi y Mauritania. Sin embargo, se están expandiendo en Kenya y Botswana.


Para 2013, las poblaciones del elefante africano del bosque, en el área de África central (un 95% de su rango actual), habían disminuido en 62% entre 2001 y 2011. Ni siquiera las áreas protegidas aseguran la vida a estos animales majestuosos. Se estima que 90% de los elefantes de la reserva de Selous, en Tanzania, han sido asesinados a manos de los furtivos. Si a esto le sumamos el efecto de la destrucción de su hábitat, en poco más de una década habrá desaparecido este animal emblemático de África.


La caza del elefante africano se prohibió en 1990, pero cada año se sacrifican entre 30.000 y 70.000 animales. El elefante se caza principalmente por el marfil de sus colmillos, a pesar que su comercio internacional fue prohibido en 1989. China sigue siendo el país con mayor demanda de marfil aunque se comprometió a prohibir el tráfico para 2017. En los países asiáticos los productos de marfil son un símbolo de lujo y poder. Su piel y su carne también se venden en mercados clandestinos para su consumo o para elaborar medicinas milagrosas.


El marfil de los colmillos también ha financiado guerrillas y guerras civiles. Uno de los casos más tristemente célebres es el de la guerra civil de Mozambique (1977-1993). Durante el conflicto, uno de los bandos en pugna descubrió que la venta del marfil era una fuente de financiación estupenda. Antes de la guerra civil, la población de elefantes en Mozambique alcanzaba varios miles, 15 años después apenas quedaba un centenar. Entre los pocos supervivientes estaba un número importante de hembras sin colmillos; una mutación poco frecuente. El detalle es que hoy, esta mutación ya representa 40% de la población de elefantes de Mozambique. El rasgo que les permitió supervivir entonces quizá los salve ahora del comercio ilegal.


El rinoceronte (Diceros bicornis y Ceratotherium simum)



En África habitan dos especies de rinoceronte, el rinoceronte negro (Diceros bicornis) y el rinoceronte blanco (Ceratotherium simum). Para Diceros bicornis se han reconocido tres subespecies y para Ceratotherium simum, dos, pero esta diversidad no mejora el panorama de estos animales peculiares. Ambas especies están en peligro de extinción pero el primero se encuentra en Peligro Crítico (CR) y el segundo Casi Amenazado (NT).


Durante casi todo el siglo XX, el rinoceronte negro era el más abundante del mundo. Pero la cacería incesante y la modificación de su hábitat redujeron sus poblaciones a menos de 100.000 ejemplares para 1960. Entre 1960 y 1995, la cacería furtiva se intensificó y diezmó la población en 98%. Desde entonces solo han crecido las poblaciones en Sudáfrica y Namibia, y en algunos otros países con buenas prácticas de protección y manejo. A pesar de esos esfuerzos, el rinoceronte negro se ha extinguido en la mitad de su distribución original. En total, para 2017 se estimaban unos 5.500 ejemplares de rinoceronte negro en toda su área de distribución. Las poblaciones de rinoceronte blanco están un poco mejor; a finales de 2017 se estimaban unos 18.000 ejemplares, en cinco países: Sudáfrica, Namibia, Kenya, Botswana y Zimbabwe.


Lamentablemente, la cacería furtiva sigue matando unos 1.000 rinocerontes al año, principalmente para comerciar con sus cuernos. Esta parte de la anatomía del rinoceronte es uno de los productos más codiciados en el mercado ilegal de fauna silvestre; su precio supera al del oro en algunos momentos. Aunque el comercio de cuerno de rinoceronte se prohibió en 1973 por el convenio CITES, su venta se ha disparado en el mercado negro debido a la demanda en países asiáticos. Este comercio brutal es alimentado por la falsa creencia en sus propiedades casi sobrenaturales para curar el cáncer y otros males más comunes como la fiebre y la resaca. También se piensa que tiene efectos afrodisíacos; queda esperar lo que ocurrirá con la vida íntima de muchos varones cuando la especie se extinga totalmente. En algunos países como Vietnam, el cuerno del rinoceronte también se ha convertido en un símbolo de prestigio.


El gorila de montaña (Gorilla beringei beringei)



El gorila de montaña es una de las dos subespecies de gorila oriental, y es el único gran simio cuyas poblaciones han aumentado ligeramente desde 1989. Con todo, se considera una especie Amenazada de extinción (EN). Los gorilas de montaña sobreviven en dos poblaciones aisladas, en las montañas de Virunga en los límites de la República Democrática del Congo, Ruanda y Uganda, y en el Parque Nacional de Bwindi (Uganda). La población silvestre actual se estima en unos 1.000 ejemplares, 600 de los cuales están en la población de las montañas de Virunga, en tres parques nacionales. Pero estar en áreas protegidas no los salvó de la matanza ocurrida en 2007, en Bikenge (República Democrática del Congo).


Aunque el comercio de los grandes simios (gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos) está prohibido por CITES, sigue ocurriendo. Según el Proyecto para la Supervivencia de los Grandes Simios (GRASP), más de 1.800 individuos fueron incautados vivos en unos 10 años hasta 2016; 6% eran gorilas (todas las especies). Pero se estima que lo que se descubrió representaría solo el 10% del tráfico ilegal.


A pesar de los programas de protección y manejo, la caza furtiva y el tráfico ilegal de los productos del gorila de montaña se mantienen. El principal atractivo para el comercio ilegal es su carne (bushmeat), cada vez más codiciada, aunque existen controversias sobre este tema. Algunas fuentes indican que los gorilas pueden caer en trampas que se colocan para otras especies cazadas intensamente por su carne, pero que ellos mismos no son cazados con este fin. La caza furtiva del gorila de montaña se ha relacionado tradicionalmente con el tráfico de sus manos, cabezas y pies que son vendidos a los coleccionistas. Las crías se comercian vivas con otros fines; durante las acciones de captura de las crías algunos gorilas mueren mientras tratan de protegerlas. El gorila se encuentra acorralado por múltiples amenazas; al tráfico ilegal se suman la destrucción de su hábitat, las guerras civiles y las enfermedades transmitidas por los humanos.


El leopardo de las nieves (Panthera uncia)



El leopardo de las nieves es un felino que habita en las cumbres más altas de Asia central, entre 3.000 y 5.000 metros de altitud, desde el Himalaya en el sur hasta las montañas del sur de Siberia en el norte. Por su carácter huidizo y cauto, se ha ganado el apodo de “el fantasma de las montañas”. En parte, por esta misma razón, no se cuenta con estimaciones robustas del tamaño real de la población; las cifras varían entre 6.390 y 3.920 individuos. Tampoco hay acuerdo sobre el estado de las poblaciones silvestres. Se sospecha que han ocurrido extinciones locales en algunas áreas de la región de Alay (Kirguizstán). Según la estructura de las poblaciones, se predice una reducción de 10% en su tamaño en las próximas tres generaciones (unos 23 años). La UICN ha catalogado al leopardo de las nieves como Vulnerable (VU).


Aunque la cacería furtiva del leopardo de las nieves parece haber disminuido desde los 90s, su presencia en incautaciones indica que sigue siendo uno de los grandes felinos víctima del tráfico de especies. Se estima que entre 2008 y 2018, fueron cazados ilegalmente unos 450 leopardos. Debido a su carácter huidizo, los cazadores furtivos se valen de trampas o cepos que típicamente les amputan los miembros. Aunque logren escapar, sin una pata, su habilidad para cazar se reduce tanto que mueren de inanición. La intervención del hábitat con fines de pastoreo, la disminución de las presas habituales del leopardo y el comercio de cachemira forman parte del entramado que amenaza a esta especie fascinante. El impacto del cambio climático sobre los ecosistemas de alta montaña empeora la situación del leopardo de las nieves.


El leopardo se comercia en distintos mercados ilegales: como mascota o animal de exhibición, por los supuestos efectos medicinales de algunas partes de su cuerpo, para la elaboración de bisutería y artesanías y prendas de vestir. Su pelaje suave y muy denso resulta muy atractivo para los traficantes de pieles.


El pangolín (Manis, Phataginus y Smutsia)



Se han descrito ocho especies de pangolines, todas en peligro de extinción: el malayo o de Sunda (Manis javanica, CR), el de Filipinas (Manis culionensis, CR), el de India (Manis crassicaudata, EN), el de China (Manis pentadactyla, CR), el de Temminck (Smutsia temminckii, VU), el gigante (Smutsia gigantea, EN), el de vientre blanco (Phataginus tricuspis, EN), el de vientre negro (Phataginus tetradactyla, VU).


Los pangolines tienen una distribución amplia en las regiones tropicales de África y Asia, donde ocupan infinidad de ambientes boscosos primarios y secundarios, y sus ecotonos. Son mamíferos pequeños, de aspecto particular, y muchas veces son confundidos con reptiles. Aunque poseen pelo, su cuerpo está cubierto de escamas superpuestas que forman una armadura.


Mucho menos conocidos que los elefantes y los rinocerontes, los pangolines son los mamíferos más traficados a nivel mundial. Casi un millón de individuos de las ocho especies de pangolín (vivos, congelados, enteros o fraccionados) han sido incautados en los últimos 20 años en puertos de Asia, Europa, África y EEUU. Solo ente 2017 y 2019 se decomisaron 96 toneladas de escamas de pangolines africanos en Malasia, Singapur y Vietnam. Un estudio reciente de la Universidad de Susex estima que más de 2,7 millones de pangolines africanos son cazados anualmente en Camerún, Guinea Ecuatorial, República Democrática del Congo, República del Congo y Gabón.


Las estimaciones del tamaño real de las poblaciones de los pangolines son inciertas, en parte debido a la dificultad para detectarlos porque son nocturnos y solitarios. Sin embargo, existente evidencias de que las poblaciones han disminuido 50% en el lapso de tres generaciones (unos 40 años) debido principalmente a la caza para el consumo de su carne, inicialmente a nivel local en Asia. Aunque el comercio de todas especies se ha prohibido, el tráfico ilegal continúa. Debido a la disminución de 80% de las poblaciones de las especies asiáticas, el tráfico se ha volcado a las especies africanas. Aunque todas las especies están protegidas internacionalmente en el Apéndice I de CITES, es poco probable que esto logre impedir su sobreexplotación.


La carne de pangolín es considerada una exquisitez en China y Vietnam, y sus escamas se utilizan en la medicina tradicional para tratar todo tipo de enfermedades, desde el asma hasta la artritis. Algunos sondeos en mercados locales asiáticos indican que el precio del pangolín gigante se ha incrementado en 200%, y el de algunas especies asiáticas hasta 75%. La cría de pangolines en cautiverio no ha tenido éxito; pero lo cierto es que la demanda de millones de animalitos al año para los mercados ilegales es insostenible de cualquier manera porque la tasa reproductiva de estas especies es muy baja.


León (Panthera leo)



El león es el segundo felino en tamaño después del tigre. Se han reconocido siete subespecies de león, seis en África y una en Asia (Panthera leo persica), esta última restringida a un relicto en el occidente de India, en el Parque Nacional del Bosque de Gir, y en Peligro Crítico (CR). Algunas evidencias indican, sin embargo, que la distinción entre leones africanos y asiáticos es discutible. El león africano (varias subespecies) se distribuye de forma discontinua en el África Sub-Sahariana, y las poblaciones de África central están aisladas de las de África occidental. La UICN lo ha catalogado como Vulnerable, pero probablemente, muy pronto, eleve su estatus a Amenazado (EN).


Las poblaciones del león han mermado 45% en promedio en los últimos 21 años (aproximadamente tres generaciones de leones), especialmente en poblaciones pequeñas de África occidental y oriental, lo que no puede ser menos que alarmante. Las estimaciones más confiables del tamaño total de la población indican unos 20.000 ejemplares apenas.


La principal causa de la merma poblacional es la caza indiscriminada para proteger la vida humana y los rebaños de ganado, la pérdida de hábitat y la reducción de las poblaciones de las presas naturales. Pero para poner la guinda a esta torta nefasta, su área de distribución se ha reducido 94% en todo el mundo en los últimos 100 años. Cuando se analiza la distribución histórica del león y su abundancia, no queda mucho margen para esperar que logrará sobrevivir a la extinción sin medidas estrictas de protección y recuperación poblacional. La caza del león como trofeo no se ha considerado parte del problema, principalmente porque ocurre a muy baja escala, está regulada y se considera una medida de control y manejo para conservar la especie. Sin embargo, existe cierta inquietud en la capacidad de las administraciones locales para evitar extracciones superiores a las cuotas sostenibles.


Una amenaza creciente para el león es el comercio ilegal de sus huesos y otras partes de su cuerpo para cubrir la demanda asiática. Las mafias del comercio ilegal de especies buscan nuevas presas cuando las tradicionales se agotan. A medida que crece el control sobre el tráfico del tigre o el elefante, surgen nuevas víctimas como el león. El león es cazado ilegalmente por razones tan insólitas como el consumo de vino de huesos de león, en sustitución del vino de huesos de tigre. En solo tres años, se extrajeron más de 1.160 esqueletos de leones de Sudáfrica, con destino a China, Laos y Vietnam. Pero el mercado principal es su piel, sus dientes y grasa, y sus garras, que se utilizan en bisutería y para elaborar amuletos.


Acciones a nuestro alcance


Quizá nos preguntemos qué podemos hacer a nivel individual para frenar el tráfico ilegal de especies. La primera acción es no formar parte de la cadena del comercio ilegal. Una medida muy sencilla es no comprar productos de fauna silvestre. Ese adorno tan bonito hecho con el marfil del colmillo del elefante o esa prenda de vestir elaborada con la piel de algún felino, seguramente son prescindibles.


Otra acción al alcance de casi todos es hacer un pequeño trabajo de investigación y evaluar si existen evidencias científicas probadas de los efectos curativos de los remedios naturales derivados de productos de fauna y flora silvestres, cuyo comercio está prohibido por la CITES. Me refiero a escudriñar en la literatura científica, en artículos científicos arbitrados publicados en revistas de reconocida solvencia no en cualquier página que no muestre las fuentes de la información. Además, los Apéndices CITES están disponibles en la web. El Apéndice I contiene todas las especies silvestres cuya comercialización está totalmente prohibida.


Para más información puedes consultar:

World Wildlife Crime Report (United Nations Office of Drugs and Crime - UNODC)

World Wildlife Foundation (WWF): acabemos con el tráfico de vida silvestre

UICN Red List

Grupo de Especialistas en el Pangolín (IUCN SSS Pangolin Specialist Group)


Autora: Zaida Tárano Miranda (Colaboradora Provita Internacional).


Créditos fotos:

Escamas de pangolín (foto de cabecera): Joxerra Aihartza, vía Wikimedia Commons

Elefante africano: Ikiwaner, via Wikimedia Commons

Tigre: Tanmay Haldar, vida Wikimedia Commons

León: Benh Lieu Song, vía Wikimedia Commons

Pangolín Temminck: Warren Pearson, en Pangolinsg

Leopardo de las nieves: Irbis1983, vía Wikimedia Commons

Rinoceronte blanco: Diego Delso, vía Wikimedia Commons

Gorila de montaña: Thomas Fuhrmann, vía Wikimedia Commons

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