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Los vertebrados más longevos viven en el Ártico

Cuando se trata de longevidad entre los animales hay que dirigirse a las gélidas aguas del océano Ártico. En el viaje hipotético debemos girar desde las Islas Galápagos, en pleno Ecuador, hasta el cerca del polo norte. En el imaginario popular, la tortuga gigante de las Galápagos (Aldabrachelys gigantea) siempre sale a relucir por su dilatada edad, hasta 150 años, y muchas personas piensan que es el animal más longevo de la Tierra. Este magnífico reptil es la mayor tortuga terrestre viva en el planeta, puede alcanzar 2 metros de largo y 400 kg. Pero, aunque 150 años parezcan muchos, hay dos vertebrados que la superan ampliamente: el tiburón de Groenlandia y la ballena boreal.


El tiburón de Groenlandia, el Matusalén del Ártico


El tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus) es todo un campeón en varios frentes. Es el único tiburón que vive todo el año en las latitudes polares, pero su tamaño tampoco es despreciable. Puede alcanzar 640 cm de hocico a cola, lo que lo convierte en el pez más grande del Océano Ártico, y uno de los tiburones carnívoros más grandes. Pero su mayor record es la edad: puede vivir entre 270 y 500 años, todo un Matusalén.



En 2016 se publicaron los resultados de un trabajo con 28 ejemplares hembra de distintos tamaños. A diferencia de los peces óseos (peces con huesos calcificados), los tiburones tienen un esqueleto cartilaginoso por lo que no se pueden utilizar las técnicas de datación tradicionales basadas en el análisis de la zona de crecimiento del hueso. Por eso se utilizó la datación basada en carbono radiactivo a partir de los cristalinos de los ojos de estos animalitos. Los dos tiburones más grandes, de 493 y 502 cm de largo, tenían 335 (± 70) y 395 (± 120) años, respectivamente. Todos los tiburones de menos de 300 cm de largo tenían entre 50 y 100 años de edad. Con todos los datos, estimaron que la expectativa de vida promedio del tiburón de Groenlandia es de unos 272 años, pero podría llegar hasta los 510.


Los tiburones son animales poiquilotermos o, como se suele decir coloquialmente, de sangre fría. Esto significa que la temperatura se su cuerpo cambia con la temperatura de su entorno. A temperaturas bajas, la actividad metabólica también desciende. Esto se traduce, entre otras cosas, en una tasa de crecimiento muy baja lo que a su vez se asocia a una expectativa de vida alta. El crecimiento del tiburón de Groenlandia se limita a un centímetro al año; la madurez sexual se alcanza a los 260 cm en los machos y 400 en las hembras (aproximadamente a los 156 años). Por supuesto, en su longevidad intervienen otros procesos, todavía desconocidos, pero sin duda, el frio polar es uno de ellos.


A pesar de su nombre, el tiburón de Groenlandia habita en el Ártico y el Atlántico Norte, desde la costa este de los Estados Unidos y Canadá, hasta Groenlandia, en el oeste, y desde Portugal hasta el mar de Barents y el mar Oriental de Siberia, en el este. Aunque es una especie de aguas frías, muy ocasionalmente se la avista en aguas tropicales. Se le puede encontrar desde la superficie hasta 2.600 metros de profundidad. Son animales lentos pero se alimentan de calamares, focas y peces mucho más veloces que ellos, lo que representa todo un acertijo.


El estado global de la población tiburón de Groenlandia se desconoce, así como mucho de su historia natural, en parte debido a sus hábitos extremos. Las valoraciones disponibles provienen de observaciones a nivel local, estimados de la tasa de crecimiento de la población y reconstrucciones de la trayectoria poblacional durante 420 años, entre 1600 y 2020. Con estos datos indirectos, la conclusión es que la población está declinando rápidamente. En consecuencia, este venerable anciano de los océanos ha sido catalogado como Vulnerable (VU) por la UICN.


El tiburón ha sido capturado desde el siglo XIII pero la pesca incrementó entre del siglo XVII y el siglo XX. Se le pescaba por el aceite de su hígado que se utilizaba como combustible, lubricante y para tratar algunas enfermedades. Sin embargo, la pesca del tiburón de Groenlandia ha tenido historias diferentes en distintas regiones. Por ejemplo, en Groenlandia comenzó a mitad del siglo XIX, y para 1857 se capturaban hasta 3.000 individuos al año. Sin embargo, la captura creció rápidamente y alcanzó niveles astronómicos en el siglo XX: hasta 32.000 ejemplares en 1910 y 58.000 en 1948. Con el desarrollo de los aceites sintéticos, la pesca comercial en toda su área de distribución se redujo hasta desaparecer en 1960. Actualmente, el tiburón se pesca para subsistencia a nivel local (unas 25 toneladas al año, en Groenlandia).


En toda el área de distribución, la principal amenaza actual es la captura incidental durante la pesca industrial de otras especies. Se estima que se capturan, y luego se desechan, 3.500 individuos al año en el Atlántico noroccidental, el Ártico y el mar de Barents. Con el cambio climático y la reducción del casquete polar, las pesquerías tienen acceso a un área mayor del océano Ártico y el impacto de la pesca accidental aumenta. De modo que, el futuro del tiburón de Groenlandia está en el limbo.


La ballena boreal subcampeona de la supervivencia


La ballena boreal o ballena de Groenlandia o de cabeza de arco (Balaena mysticetus) habita en las aguas árticas y subárticas de Canadá, Alaska (EE.UU.), Federación Rusa, Groenlandia, Svalbard y Jan Mayen (Noruega). A diferencia de las demás ballenas, no realiza migraciones latitudinales estacionales. Sus movimientos son de oeste a este, siguiendo la abundancia de sus presas (principalmente krill y copépodos) y evitando quedar atrapadas por el hielo.


A las ballenas boreales no les gusta el calor, de hecho, se mueven lentamente para evitar el sobrecalentamiento. Su metabolismo es tal que pueden mantener una temperatura corporal entre 36 y 37 grados Celsius en las gélidas aguas boreales.



La ballena boreal puede llegar a medir 18 metros y pesar unas 100 toneladas. Hasta no hace mucho tiempo se pensaba que podía vivir unos 70 años, una expectativa de vida comparable a la del elefante africano (Loxodonta africana). Sin embargo, los resultados de una investigación reciente (publicada en 2017) basada en análisis moleculares indican que podrían vivir hasta 200 años, e incluso un poco más. Un hallazgo anterior (publicado en 2008) ya sugería que las ballenas boreales vivían más de 100 años. Entre 1980 y 1997 se encontraron restos de arpones con puntas piedra y de marfil en varias ballenas capturadas en Alaska. La datación de esos restos era incierta (probablemente anterior a 1880) pero ya levantaba sospechas de una longevidad mayor que la supuesta hasta entonces. En 1980 y 2007 se recuperaron fragmentos de arpones de cabeza explosiva en ballenas capturadas por cazadores esquimales. Estos fragmentos sí pudieron ser datados a partir de sus características, fabricante y año de comercialización. La “datación” de esos fragmentos indicó que fueron fabricados entre 1879 y 1885. Por tanto, esas ballenas tenían más de 100 años.


La longevidad de la ballena boreal puede estar asociada a ciertas características genéticas únicas que no se han descrito en otros mamíferos. Los genes descubiertos están relacionados con la regulación del ciclo celular, la reparación del ADN, la senescencia (envejecimiento) y el cáncer. Esto último, la resistencia al cáncer, se ha encontrado también en otras especies de ballenas. Las ballenas tienen tasas de cáncer muy bajas (3%) en comparación con los humanos (23 – 35 %), y la diferencia se asocia la presencia de cuatro genes que promueven su gran tamaño corporal.


La ballena boreal es una de las pocas ballenas que no está en peligro de extinción. Está protegida y solo se permite la caza de subsistencia por las poblaciones humanas originarias de la región. La población global se estima en unos 25.000 individuos. La mayor parte corresponde a la subpoblación de los mares de Bering, Chukchi y Beaufort (también conocida como la subpoblación ártica occidental) que tiene unos 16.000 animales. Esta subpoblación, además, está creciendo a una tasa de 3% anual. La población que habita entre Canadá y Groenlandia tiene unos 4.000 individuos y también está creciendo, aunque todavía no alcanza los niveles anteriores a su caza comercial. La subpoblación que ocupa desde el este de Groenlandia hasta el mar de Barents todavía no se recupera de los efectos de la actividad ballenera. Con todo, la UICN la cataloga como en Preocupación Menor (LC). ¡Larga vida a la ballena boreal!


Vale la pena detenerse a pensar que un tiburón de Groenlandia de unos 600 cm que esté vivo hoy pudo haber nacido en el siglo XVII, XVI o antes. Seamos modestos y pensemos que fue en el siglo XVII. Para entonces, los primeros europeos avistaban la Antártida (1603), el Mayflower cruzaba el Atlántico rumbo a Norteamérica (1620), nacía Isaac Newton (1642), se fundaba la Real Sociedad de Londres (1660) que unos años después publicaría la primera revista científica, se extinguía el dodo (1662) un siglo después de que se le atravesase en el camino el Homo sapiens europeo, por mencionar unos pocos acontecimientos al azar. Mientras tanto, un pequeño tiburón bebé comenzaba a explorar las gélidas aguas del norte del planeta, sin que nadie lo supiera.


Ha llovido mucho desde entonces, y también ha hecho frío, porque entre comienzos del siglo XIV y mediados del siglo XIX ocurrió la llamada Pequeña Edad de Hielo en el hemisferio norte. Fue un período de temperaturas relativamente bajas que tuvo tres mínimos, uno en 1650, otro en 1770 y el último en 1850; una delicia para los tiburones y las ballenas de Groenlandia.


Créditos fotos:

Tiburón de Groenlandia por Julius Nielsen en National Geographic en español

Ballena boreal en BallenasWiki


Autora: Zaida Tárano Miranda Divulgadora Científica Colaboradora Provita Internacional

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